martes, 31 de agosto de 2010

Hasta mañana

Mmmmmmmm estoy como de un buen humor DEMASIADO vulnerable.
De esos que amenazan con dejarte cada cinco minutos.
Y es como que cuando me levante estaba de mejor humor que ahora con lo cual la unica conclusión a la que llego es que para eso de las cuatro y media ya voy a estar de mal humor.

LOCA, terriblemente loca.
Y con paja pero sin cuchara
Y con sueño pero sin cama
Y con lluvia y sin paraguas, obvioooo.
Y con ganas de comer un helado canalizadas en un divague dulce, eso seguro.

y y...porqué? porqué vas a entrar a mi casa así nomás? me estas anunciando tu llegada pero puedo no dejarte entrar, no?
Igual un poco te extraño, siiiii....me hice re amiga de la buena vibra pero debo reconocer que un poquito, una pequeña dosis de ese sentimiento de mierda ahhh me sienta un poco bien.
Lo necesito, me gusta que llueva y deprimirme, oh yeahhh.
En definitiva a veces el transe al mundo negro me genera como ese cosquilleo que sentis cuando das el bajon en la montaña rusa, sabiendo que es transitorio, que depsués subís o ayudas con aaalgo para subir e ir de un extremo al otro si total mañana me voy a levantar de nuevo y me voy a recordar el momento en que declaré el equilibrio como el mayor anhelo.
Y....puede que hoy me tome un break de la filosofía libriana, me vaya a mi casa a vivir un efecto noche desde las 5 pm, escuche la música que peor me hace, apague el teléfono y me regodeee en la miseria.

Hasta mañana amigos- Fuck you all.

jueves, 26 de agosto de 2010

Lindo remedio

Para el que no se enamora: que se deje enamorar.

lunes, 23 de agosto de 2010

Cosas de chicos y no tanto

Manejaba del trabajo a mi casa y pensaba en esas cosas que hacemos de chicos. La infancia es como muy loca en ese sentido. Son muy pocas cosas de aquella época que no volvería a hacer. Y bueno, he mentido, he robado en el quiosco, me he reído, he peleado, arrancado algún que otro pelo, me he tocado, disfrazado y así hasta el infinito. TODO lo volvería a hacer, menos una cosa: la vertical.
Digo, proqué tanto empeño en hacer correctamente esa postura nefasta en la que toda la sangre se te va a la cabeza, al nivel de sentir que vas a explotar. Al punto de que se te empieza a complicar tragar saliba, la glotis se pone como toda grande y se pierde la tan buscada conexión entre mente y cuerpo. Los dedos de las manos se ponen de dos colores, las yemas como amarillas y en la parte de los nudillos bordó y tamaño morcilla. Pareciera como un desafío para las muñecas, a ver si pueden soportar todo ese peso corporal y como definitivamente no pueden, el antebrazo se te pone como un arco y seguro eso es lo que hace que las piernas se te vayan para atrás, siempre.
DUELE.
Y eso no es lo peor....lo más terrible es esa especie de frustración que te invade por un segundo porque te caíste y como ya venís cansado del primer intento claramente no te superaste, de nuevo no.
La vertical duele en cuerpo y alma, siempre todos la hacen mejor que uno.
Hasta que llega la madurez y entendes que no era taaaan grave hacerla contra la pared, era una alternativa correcta, divertida, más liviana, menos dolorosa, menos competitiva, más humilde, menos riesgosa, menos sacrificada...
Y ahora me pregunto, después de todo esto, cuántas veces en mi vida habré querido aguantar en el aire padeciendo con tal de no apoyarme en ninguna pared por un problema de ego. Y sí, vivir haciendo la vertical en el aire debe haber sido la razón por la cual me terminaron cortando el cuello en el quirófano o volviéndolo a coser a ver si conectábamos de nuevo las dos partes.
Más allá de eso, admitir que hoy no podría hacer la vertical tendrá que ver con mi fortaleza o mi debilidad adulta, estoy más fuerte que antes o mucho más frágil y porqué estoy preguntándome esto ahora, en este momento, mejor me voy a fumar.